El Cid en la corte de Alfonso VI no tenía un papel tan importante como con Sancho II, donde era el número dos del reino, pero si gozaba de su confianza hasta el punto de que le encargó cobrar las parias del rey de Sevilla, mientras García Ordoñez, de la máxima confianza y proximidad con Alfonso, cobraba las del rey de Granada. Por eso El Cid acompañaba en muchas ocasiones a Alfonso con su corte cuando se desplazaba por su reino. Y le hubiese acompañado cuando fue a Toledo a tratar con su rey asuntos relativos a las parias que de él cobraba a cambio de protección contra sus enemigos. Pero no lo pudo hacer por encontrarse enfermo en el moment o de la partida (El Cid no gozó de muy buena salud).
Resultó que, mientras estaba Alfonso en Toledo, tropas moras de él rey toledano realizaron una correría de rapiña por tierras de Alfonso robando y matando a sus siervos. Esto a El Cid, que ya se había repuesto de su enfermedad, le pareció una falta total de respeto del rey moro hacia Alfonso. Y analizando el por qué de dicha correría pudo llegar a la conclusión que podría tratarse de una incursión guerrera para averiguar cómo había quedado Castilla de protegida de tropas y mandos estando Alfonso en Toledo. Si no tenía contestación esta incursión podía reflejar que no había nadie en Castilla capad de tomar decisiones militares y ser entonces presa fácil apresando antes a Alfonso y su corte. Pero si había contestación, que la hubo, vendría a indicar lo contrario, esto es, que había alguien capacitado para movilizar tropas, lo que haría inviable una ofensiva contra Castilla. Y los hechos corroboran que estos supuestos pensamientos de El Cid eran acertados, pues Alfonso volvió a Burgos con toda su corte.
Cuando se enteraron de la incursión mora por Castilla y de la contestación por parte de El Cid por tierras del toledano, García Ordoñez, que se la tendría guardad a Rodrigo por lo de la batalla de Cabra, y algún otro personaje de los allegados a Alfonso, le contaron una versión diametralmente opuesta a la expuesta. Le dijeron que la incursión de El Cid había sido con la intención de que el moro le apresase, en represalia, con toda su corte. Alfonso se lo creyó y desterró a El Cid de Castilla. Pero no debió de quedar muy convencido de que lo que le contaron fuese cierto, pues no tardó mucho en perdonarle, teniendo en cuenta la gravedad de los hechos por los que fue desterrado.
No hay documentación histórica que asevere esta suposición, pero sabiendo que El Cid conocía todas las artimañas de los moros, cosa que no sabía Alfonso, lo que le costó la derrota de Sagrajas al ser engañado por ellos, es verosímil esto que acabo de exponer.
Juan Carlos Romero Laredo.