EL CID Y LOS CASTILLOS

(Conferencia de Juan Carlos Romero Laredo)

En El Cid se dan tres personalidades: la histórica, la del Cantar y otros poemas, y la de las leyendas.

 

Las tres son propias de él, aunque cada una lo es a su modo. Si nos ceñimos a lo que realmente sucedió, la más autentica es la que conocemos a través de los documentos históricos en los que su veracidad está probada, o sea, la histórica. Aunque a El Cid no le acompañó ningún historiador, se tiene un seguimiento bastante directo de sus actos, pues estos no pasaron desapercibidos para sus contemporáneos, y los juglares, ya en vida de él, cantaban por todos los reinos sus gestas, muchas de ellas no reflejadas por ningún historiador ni documento alguno. Evidentemente que, al ir estas de boca en boca, fueron sufriendo modificaciones y añadidos para engrandecer aún más su figura. Y sí surgen el Cantar de Mío Cid, la Historia Roderici, el Carmen Campidoctoris, la leyenda y otras obras literarias. ¿Y por qué son los tres Cid validos? Porque el origen de ellos es Rodrigo Díaz de Vivar y su vida, la que él vivió y la que el pueblo percibió, dando esto origen a todos ellos.

 

No obstante, para hablar de él, conviene distinguirlos entre sí, pues El Cid histórico, no es el de la leyenda ni ambos los de El Cantar u otros poemas. Y es tan lícito hablar de los Cid de la literatura o leyenda como de D. Quijote o D. Juan Tenorio, que todos sabemos que son personajes de ficción, pero que se habla de ellos como si realmente hubiesen existido.