Estos tres Cid tienen algo en común, y es que nunca fueron derrotados. En todos los combates en los que participó, bien como jefe o como uno más, su bando salió victorioso (por lo que eso de que pudo morir a causa de la depresión que le produjo el sufrir una derrota es un autentico bulo). Esto no se ha dado ni en el personaje más famoso y glorioso de la historia de la humanidad, pues todos sufrieron alguna derrota, ya fuesen Alejandro Magno, Julio Cesar, Carlomagno, Napoleón, o quien queramos buscar. Sin embargo, sus hombres en ausencia de él si sufrieron derrotas. Lo que si tubo que soportar en varios combates fueron heridas, siendo la más grave la que sufrió en un encuentro casual de el y algunos de los suyos con doce sarracenos. Sucedió en septiembre de 1093 en Santa María de Albarracin. El Cid mató a dos y sus compañeros a varios más, huyendo el resto. Pero sufrió una mala lanzada en el cuello, de la que se recuperó.

 

Con El Cid sucede algo realmente anómalo en el registro de sus hazañas, pues si se dice que la historia la escriben los vencedores, la de El Cid la escribieron, sobre todo, los perdedores, esto es, los musulmanes. Y son los musulmanes los que más escribieron de él, llegando a decir, por boca de Ben Basam y en el colmo de su admiración, que “es un milagro de los grandes milagros del Creador”. Esto aún hay quien lo ignora, quizá deliberadamente, y anda por ahí diciendo de sus victorias que como la historia la escriben los vencedores… Pues, repito, en este caso la mayor parte la escribieron los perdedores.

 

10 Sotopalacios

10 Sotopalacios

Antes de analizar sus relaciones con los castillos conviene aclarar que la idea que actualmente tenemos por castillo no es adecuada para lo que en aquella época era un castillo o población amurallada. Los castillos que han llegado hasta nuestros días tienen la forma y características de la época en que se dejaron de usar, por lo que son del siglo XIV o XV, más algunas reformas posteriores. Los castillos con el paso del tiempo se mejoraban y adaptaban a las nuevas necesidades, no habiendo llegado hasta nosotros ninguno con la forma del siglo XI. Estos eran más pequeños y menos robustos, pues tenían menos medios y conocimientos para hacerlos más fuertes. (1 materiales) En la época de El Cid aún se usaba la madera, además del adobe, cal y canto, tapial, ladrillo, sillar y sillarejo para la construcción de murallas, castillos y otras defensas, siendo lo que se construía en piedra de sillar de dimensiones menores que las de los castillos posteriores. Pero no por eso eran fáciles de asaltar. Las puertas de entrada (17) a las poblaciones amuralladas eran muy estrechas y siempre tenían un quiebro para evitar que se entrase al galope o en tropel. Los castillos estaban rodeados de un foso o en lo alto de una gran roca y sus entradas eran más estrechas aun (18,19, 6, 7), no pudiendo entrar un jinete montado en su caballo en algunos casos. Los portillos (8) no estaban a nivel del suelo, sino elevados varios metros y se accedía por una escalera levadiza.

Entre los múltiples contactos bélicos que tuvo Rodrigo Díaz con los castillos, hay cuatro que marcaron su vida: Zamora, Aledo, Valencia y Consuegra. Iremos viendo por qué.